jueves, 12 de mayo de 2022

Los medios de comunicación y la delincuencia juvenil.

Los medios de comunicación son todos aquellos sistemas usados para el establecimiento de una comunicación, basados principalmente, en un conglomerado de canales e instrumentos comunicativos que permiten el desarrollo de un intercambio de información.

Hoy día, cada vez son más los medios y canales de comunicación, gracias a las redes sociales y los avances en la tecnología, pero, ¿son realmente un medio fiable de información? La respuesta es no, cualquiera puede publicar un post o un artículo en el que toda la información dada sea falsa o de pie a libres interpretaciones que acaben siendo erróneas. Sin ir más lejos, los medios de comunicación pueden ser alterados para dar una información que favorezca la situación que mejor convenga al país, y podríamos decir que a la política. 

El tratamiento dramático y sensacionalista de estos delitos por parte de los medios de comunicación, unido al poder que presentan estos medios de situar en primer término del debate público un determinado tema, convirtiéndolo en asunto de interés nacional, provoca que la sociedad sobrestime la delincuencia y haya un aumento de la preocupación de los ciudadanos por la inseguridad ciudadana (Varona, 2011).

Además, esta preocupación se ve alimentada por el desconocimiento general en la sociedad acerca de la delincuencia juvenil. Aunque el estudio de la opinión pública hacia la delincuencia es reciente en nuestro país y no existen apenas estudios sobre la opinión pública hacia la delincuencia juvenil en concreto, los pocos que se han llevado a cabo han reflejado este desconocimiento, de manera que la sociedad tiene las creencias erróneas de que la delincuencia juvenil está en constante aumento (Aizpurúa y Fernández, 2011; Fernández y Tarancón, 2010), que la delincuencia juvenil es fundamentalmente violenta (Aizpurúa y Fernández, 2011; Fernández y Tarancón, 2010) y que la mayoría de los delitos son cometidos por los jóvenes (Aizpurúa y Fernández, 2011; Fernández y Tarancón, 2010).

Como decíamos, la manera en la que los medios de comunicación informan acerca de estos sucesos violentos, unida al desconocimiento que presenta la sociedad sobre los datos reales de la delincuencia juvenil, provoca que los ciudadanos sobreestimen la magnitud real de ésta y reclamen por ello un endurecimiento de la ley penal  (De Blas, 2012; Varona, 2011).

Esta opinión pública se convierte así en el motor de la política criminal, puesto que se acaban llevando a cabo reformas legislativas cuya finalidad es efectivamente responder de forma más severa ante la delincuencia, conformando lo que se ha denominado como “populismo punitivo” (Varona, 2009).

Sin embargo, a pesar del desconocimiento sobre la delincuencia juvenil, las creencias erróneas sobre la misma (sobreestimación del volumen y magnitud, creencia de que su naturaleza es fundamentalmente violenta) y el reclamo por parte de la sociedad de un endurecimiento de las penas, se ha comprobado en los recientes estudios llevados  a cabo sobre la opinión pública hacia la delincuencia juvenil que realmente la ciudadanía es más benevolente de lo que parece ser a priori, conformando lo que se ha denominado el “mito del punitivismo ciudadano”. Este mito hace referencia a la idea equivocada que se tiene sobre el punitivismo de la sociedad, puesto que se ha encontrado que los ciudadanos que están informados sobre la realidad de la delincuencia y sobre el funcionamiento de la justicia penal imponen penas similares o incluso menos severas que los jueces, además de que se muestran favorables a las penas alternativas a la prisión así como a la rehabilitación como fin del castigo (Aizpurúa y Fernández, 2011; Fernández y Tarancón, 2010; García, Martín, Torbay y Rodríguez, 2010; Varona, 2009).





Escrito por María Urbano Blázquez. 

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